viernes, noviembre 11, 2005

El hábito es el hombre

"Me acuerdo cuando fumaba", dijo. Sostenía entre las manos un platillo con una taza de té humeante. “Era placentero, sobre todo en atardeceres como éstos. Ah, aspirar un poco de humo en un momento así, qué bueno. Pero la enfermedad tiene sus exigencias, y tanto da”. Subió la taza hacia los labios y sorbió. “Tanto da”, continuó y abandonó la taza con el platillo sobre la mesa. Suspiró ligeramente. Giró un poco el cuerpo en la silla para encarar mejor el ventanal. “Los atardeceres siguen allí”.
“¿Y vos?”, dijo alguien.
No se sorprendió.
“Yo, en parte, también”, aseguró, mientras bajaba los párpados y respiraba muy cerca del vidrio que lo reflejaba como un fantasma.