lunes, agosto 22, 2005

Idiomas

Es un recuerdo mórbido. No tiene importancia salvo para mí, y aun en ese caso ignoro las razones; sé apenas que hay algo allí; no sé, en cambio, qué es ese algo. Todavía más: estoy seguro de que jamás lo sabré. Este texto es un intento, no de entender, sino de describir y en lo posible atrapar ese recuerdo.
Yo tendría trece o catorce años. Pasaba una temporada en la casa de mis tíos, en el Brasil. Con el primo de mi edad mirábamos mucho la televisión, en parte por costumbre adolescente, en parte porque me fascinaban los colores (en mi país todavía era en blanco y negro). Una publicidad, no recuerdo de qué producto, aunque supongo que sería algo relacionado a la actividad física, al desgaste de energías, quizás a la salud, se repetía en cada tanda. El inicio, sobre todo el inicio está grabado en mí. Un hombre saltando desde el alto trampolín de una piscina, al modo de los clavadistas olímpicos (pese a que el contexto no era de competencia: el cielo luminoso y el vago entorno de la piscina sugerían un clima de vacaciones, algo que sucedía en un club y quizá en un balneario). No era tan importante la imagen como la música; o al menos, la imagen importaba en relación a la música. También se trataba de un inicio: tres acordes reiterados, espesos y cálidos de guitarra eléctrica marcando un ritmo moderadamente rockero. Creo —no puedo asegurarlo— que eran los compases iniciales —e instrumentales— de “Hold me tight”, un tema poco conocido de los Beatles. Por lo menos tenía ese mismo clima relajado y sin embargo no carente de impulso. Y cada vez que lo escucho en el viejo cassette maltrecho, regreso al Brasil, al sofá de mis tíos, al olor particular de la casa y de la ciudad... y a la colorida imagen del hombre saltando. Reitero, sin embargo: no se trata de la música sola, ni de la imagen sola. Ni siquiera de la unión de ambas cosas. Es un misterio. Un más allá. Ese minúsculo conglomerado me dice algo —trivial, por otra parte— y es como si lo hiciera en un idioma claro y extranjero, del cual no sé una palabra.