martes, julio 12, 2005

No era un parapolicial

Deberían dejar en paz al hombre murciélago, ya que nada nuevo puede hacerse con su historia ni nada mejor que mostrarlo agazapado —y luego saltando con la capa como alas extendidas— en las azoteas azules y profundas de la noche. Este es un alegato a favor del olvido.
Pese a ello agradezco que mi abuelo, durante mi infancia, inventara historias. Su Batman era extraño; no muy diferente al de la televisión aunque residía en París y se quejaba porque la policía requería con demasiada frecuencia sus servicios (“No puede ser —protestaba en tono rioplatense—, a cada rato me llaman a mí, ¿y ustedes para qué están?”; digamos que era un Batman más democrático y más lúcido que varios).