domingo, mayo 01, 2005

Está allí

En la habitación del hotel hay algo que me molesta. No es solamente la estrechez ni el hecho de que sea una habitación interior, sino el afiche. Un afiche que alguna vez habrá anunciado algún festival de ballet y que ahora se dedica a decorar habitaciones de hoteles. Es feo, feo de una manera inusual. Además vulgar. Pero la vulgaridad no surge de su tema, sino del contraste entre su tema y la forma. Muestra unos enormes pies de bailarina clásica en puntas, uno delante del otro, coloreados artificial y artificiosamente. Quizás para darle destaque, o porque pensaron que así resultaba más "artístico", le aplicaron unos colores opacos y terrosos, sumamente antinaturales, que convierten a esos simples pies en algo monstruoso. Las medias, color terracota muy oscuro, se destacan con fuerza. Las zapatillas –originariamente blancas, supongo- están pintadas de un amarillo pálido, sucio y deprimente. El piso sobre el que se apoyan es de un color ladrillo casi ocre, y evoca inevitablemente al de un vómito... Esos pies en primer plano, enormes, no parecen pies sino masas brutales y violentas, sin otro significado que el de su obvia existencia en esa pared.
Puedo darle la espalda, y de hecho la mayor parte del tiempo lo hago. Pero por las noches es casi imposible. El afiche está colgado en la pared enfrentada a la cama. A veces dejo de leer el libro para mirarlo. Lo miro largo rato, con la vista perdida. No lo comprendo.
El afiche es como una puerta cerrada, que permanecerá cerrada.