viernes, enero 13, 2012

Estupidez de clase media

Oí a tanta gente escandalizarse por "lo que cantan los Wachiturros", que decidí buscarlos en YouTube; miré tres o cuatro videos, muy malos todos; sin duda se trata de un producto de "baja calidad artística" (uso esta frase un poco engolada porque va con el tono que quiero criticar). En fin, es cierto que no escucharía por placer a estos muchachos -pero lo mismo digo de tanto producto danzable de estas latitudes del mundo. Lo que me llamó la atención, en verdad, fue mi falta de escándalo. Sí, las letras son esa versión barata -pero habitual- de lo supuestamente picaresco; no van ni medio paso más allá de las de otros  grupos de reggeatón y de cumbia. En suma, nada del otro mundo. Yo esperaba algo horriblemente obsceno, terriblemente perturbador, criminalmente guarango, algo, en suma, transgresor, pero los Wachiturros son demasiado simples para exceder los límites de su género.
Creo, entonces, que el escándalo de  la gente radica en otra cosa: en la apariencia de esos muchachos, tan notoriamente asociable a la pobreza contemporánea. El escándalo es su origen pobre y rioplatense -¡y que recuerdan demasiado al chico que puede asaltarte en la calle! (o al menos, a la idea que la clase media se hace sobre el chico que puede asaltarte en la calle). Es apenas eso. Si estos chicos fueran, no sé, colombianos, portorriqueños o algo así, nadie diría nada. Nadie se sobresaltaría en este rincón tan pequeño del mundo. Se los escucharía como una porquería más; quizás con cierto regodeo irónico (tan típico, también, de la actual clase media). Pero en tanto son del Río de la Plata, hay que escandalizarse. ¿Cómo puede ser que estos chicos tan feos -parditos, con esos cortes de pelo- canten y aparezcan en la tele? ¡Ese no es el lugar que les corresponde! El lugar que les corresponde es la cárcel. El lugar que les corresponde es la miseria. El lugar que les corresponde es ningún lugar.
Por lo tanto, esta clase media -a la que pertenezco con relativa náusea- ejerce una vez más su deporte favorito, más favorito aún en estos tiempos: el señalamiento con el dedo al pobre, el clasismo más avinagrado, la estrechez mental más cuadrada y, claro, fascistoide.
Sin embargo, dentro de esa misma clase media existen grandes admiradores de glorias del rock que tuvieron una apariencia igual de amenazante y un origen social no muy distinto, pero que por ser del primer mundo, son, desde luego, admirables...