lunes, agosto 15, 2011

Un sudamericano no puede sentir compasión

Los recientes "disturbios" (entrecomillo por el inmundo sabor periodístico, más evocativo que preciso, del uso de esa palabra) en los arrabales de Londres causan sorpresa; sin embargo, Londres huele a pelea callejera desde hace años, ante el silencio corrompido de los grandes medios de comunicación. Quien esto escribe, a causa de cierta anglofilia larga de explicar (cuyos orígenes remotos se encuentran, no es negable, en el antiguo trabajo ferroviario de su abuelo -en tiempos en que "el ferrocarril" y "los ingleses" eran casi sinónimos uruguayos- y en la consecuente -obsecuente- educación "inglesa" en cierto colegio montevideano con mucho mejor edificio y jardín que educación),suele leer con atención ciertos blogs escritos por sendos súbditos británicos. Y sabe que el feo Londres arde, humea y apesta, en particular desde el regreso al gobierno de los Tories. Frecuentes revueltas estudiantiles, feroces palizas propinadas por la policía, prolongadas penas de cárcel por "contestarle a un oficial", etc. Londres, pese a su antigua arquitectura amable, dista de ser un lugar medianamente amable. Ni siquiera excesivamente democrático. A pesar de su riqueza, están bien jodidos. Y lo estarán más, gracias a ese juego de ruleta para irresponsables en que se ha convertido (o que siempre fue en el fondo) el capitalismo. Bueno, lo lamento, pero que se jodan. (Esto último es una pequeña venganza irracional por mi destino sudamericano y anglófilo).