miércoles, junio 20, 2007

La literatura

Leo el ejercicio de un tallerista, al principio sin más interés que el habitual, con esa vaga atención al resultado general y a los posibles detalles atractivos. De pronto descubro que estoy pensando en el contenido. Nada del otro mundo; pero nunca había pensado en la claustrofobia de las ciudades. Es difícil ver a alguien en los abundantes balcones de los edificios que nos rodean por todas partes...
Levanto la vista y miro por el ventanal. Cinco edificios abarco; nadie, ni una sola figura aparentemente humana en las fachadas.
No es un descubrimiento espectacular; pero creo que no volveré a ver de la misma manera a la ciudad; a ninguna.