jueves, noviembre 30, 2006

Nada

Hay un calor gigantesco y húmedo que quita las ganas de caminar. Las personas andan de todos modos por la calle, como si detenerse fuera un sacrilegio. Lo es. Eso pienso mientras avanzo entre ellas, como ellas. Está prohibido detenerse. (Algún día alguien -alguien, uno solo, cualquiera, aun en secreto- debería cuestionarse por qué la vida es siempre seguir. Alguien. Alguien. Yo no. Yo no me pregunto nada. Me ganan el calor y la calle y los pasos).