martes, julio 04, 2006

(punto de partida para una posible novela)

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A todo uno se habitúa, incluso a una ciudad compleja y grande. Ya era casi uno más cuando me metía en el subterráneo, aunque siempre estaba la conciencia de la extranjería -y la conciencia de mi persona. La conciencia de mi persona, en mi país también estaba; siempre me sentía distinto y muy metido dentro de mi cuerpo, como en un puesto de observación. Pero aquí esa conciencia se exacerbaba, con cierto orgullo que sería una defensa contra el miedo. Era muy difícil moverse en un habitat que no era el habitat de uno. Cada persona podía ser un enemigo.

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