lunes, diciembre 20, 2004

Es una orden

He desistido de ir a los cines de los shopping centers. El motivo es claro: no coinciden con la imagen que me he hecho de los cines desde la infancia: salas amplias, techos altos, arquitecturas antiguas y majestuosas, enormes pantallas e interminables hileras de butacas obsesivas, de cuero oscuro, un poco incómodas, y ese olor particular que a veces también se percibe en los corredores de algunos edificios antiguos y lujosos. En cambio el olor "lujoso" de los nuevos cines es artificial, perfumado, regular, insulso, el mismo que impera todo el tiempo en todos los shoppings; una mezcla de desodorante ambiental, higiene insistente y aire acondicionado de última generación. No es exactamente desagradable, pero no me dice nada; o más bien, me dice que los dueños de los shoppings pretenden que todo sea uniforme, juicioso, confortable e inútil.