miércoles, agosto 06, 2014

Lo que dijo la escritora Sonia Calcagno sobre el cuento "Smith lee una novela" (durante la presentación del libro en Colonia)

Segundo cuento, el más corto, pero lo elegí  porque, además de ser el que más me gustó,  sintetiza magníficamente el libro, yo hasta recomendaría leerlo primero. Me ayudó a comprender al personaje que recorre casi todo el libro. Pero sobretodo a valorar –aún más- al autor.
La literatura como un juego, un inteligente juego de adultos. Lo que se dice y lo que oculta o se niega a decir, las referencias a la novela y a la película –“Extraños en un tren”-, que gracias a SMITH me interesó volver a leer y a ver. Encontré ese juego entre autores y personajes, todos magistralmente mezclados en un cuento de tres páginas.  Les comento algunas de las claves que yo encontré, seguramente hay otras que ustedes descubrirán.
En el acto de “leer una novela” Smith, el personaje,  se vuelve real. Dice el texto: “Smith lamentó ser tan de carne y hueso, tan real y material como el sillón en el que estaba sentado…” No pude evitar pensar en Gonzalo, sentado en un sillón (o más bien frente a la computadora), creando su personaje, y la vez, jugando con nosotros, los lectores.
Smith se enoja con la autora –Patricia Highsmith; aunque no dice nada más que su nombre de pila, sólo refiere que tiene “un apellido parecido al suyo”-, mira la foto actual, que le preocupa, y una foto del pasado, más linda, que  le recuerda a su esposa, consumidora -como somos o hemos sido tantos- de novelitas policiales. Entre esos consumidores, Gonzalo, según ha confesado públicamente en la presentación que realizó en Montevideo. Que además, esas novelitas le han inspirado para escribir este libro y delineado este personaje.  Preocupa a Smith que Mildred, su esposa, pueda convertirse en alguien parecido a la foto de Patricia que aparece en la contratapa del libro. Pero confiesa que con todo, ha conseguido leer hasta el final. Acá una elíptica referencia a la sugestión que produce la lectura de novelas policiales, con la posibilidad que nos ofrecen de evasión de la realidad por un rato…
La película “Extraños en un tren” en Uruguay se llamó “Pacto Siniestro”; no es de las mejores de Alfred Hitchcock –quien, dicho sea de paso, tampoco es mencionado en el texto. Volví a verla y, aunque tiene algunas cosas interesantes, propias de Hitchcock, en la fotografía y otros detalles, no es muy buena. Porque simplifica la complejidad de todos los personajes, mucho más interesante en la novela. Acá quiero mencionar una frase de un nieto de una amiga, hablando de un compañero y amigo de la escuela: “mi amigo Lautaro es bueno, pero un poquitito malo”. Esta frase y su inversa “fulanito es malo pero un poquito bueno” a pesar de su simplicidad nos incluye a todos, con nuestras luces y sombras como magníficamente lo expresa Carl Jung en sus ensayos y aparece hasta en los horóscopos -por mencionar algo más sencillo.
Smith dice, sin haber visto la película, que seguramente esta es mejor, justamente al contrario de lo que cualquiera de nosotros puede pensar. Viendo la película y leyendo el libro, o volviendo a hacer ambas cosas, veremos que es justamente al revés. No siempre sucede así, pero en este caso particular lo es sin lugar a dudas. Y eso se convierte en una excelente definición del personaje. De su contradictoria simplicidad. Dice Smith que es más fácil sentarse y mirar las imágenes en la pantalla que pasar los ojos sobre esas líneas impresas. Tengo que confesar aquí que me sentí plenamente identificada con Smith, pues mi afición inicial por las novelas policiales se ha convertido en adicción por las series de televisión, consecuencia de estos tiempos modernos.
La relación entre Smarmarough Smith –su nombre es casi impronunciable- y  Mildred, gran lectora de novelas; la preocupación del marido por que le influyan negativamente. Es divertido ese íntimo afán de protegerla de la lectura de novelas policiales (con algo de machismo que pretende ser dominante pero se vuelve patético, como le sucede a Smith en muchas otras partes del libro). La relación entre ambos es muy interesante, a cualquiera le gustaría tenerla después de un matrimonio de años, mezcla de complicidad y condescendencia. En otro cuento dice ella, reclamándole que le siga contando una historia del pasado: “estamos casados, nos acostamos juntos, usamos el mismo baño”, y la frase se convierte en una toda una definición del  matrimonio.
Smith dice de la autora de la novela, Patricia Highsimth: tiene “una mirada rígida y solipsista”. Yo no conocía esa palabra. Según Wikipedia -ya no recurrimos a los diccionarios-, por solipsismo se entiende la teoría filosófica que postula que la realidad externa sólo es comprensible a través del yo, ya que éste es la única realidad tangible, así como la imposibilidad de conocer la realidad objetiva, en caso de que ésta fuera real, de manera consistente. Esto nos sirve para extender el solipsismo al propio Smith con sus íntimas reflexiones. Pero también a Gonzalo y por qué no a todos los escritores, que jugamos, a veces con aciertos y otras no tanto, a la creación de realidades, pura y exclusivamente como extensiones de nuestro propio ser.
En fin, recomiendo que lean o relean la novela de Highsmith, vean o revean  la película de  Hitchcock pero  sobre todo compren y lean  el Smith de Gonzalo. Vale la pena.